Carl Gustav Jung, uno de los psicólogos y psiquiatras más influyentes del siglo XX, introdujo el concepto de “posesión ideológica” para describir un fenómeno en el que una idea o un conjunto de ideas toma control completo de la psique de un individuo, a menudo hasta el punto de eclipsar la individualidad y la capacidad de razonar de manera crítica. En este estado, la persona se vuelve fundamentalmente incapaz de ver más allá de la ideología que ha tomado posesión de ella, y su comportamiento y pensamiento se moldean casi exclusivamente en torno a esta ideología.
Para Jung, la posesión ideológica es una forma de inflación del Ego, en la que la persona se identifica tan completamente con una idea o sistema de creencias que pierde la capacidad de verlo objetivamente. Esto puede resultar en una rigidez mental y una intolerancia hacia puntos de vista alternativos. En casos extremos, la posesión ideológica puede llevar a comportamientos extremistas o incluso peligrosos, ya que la persona “poseída” puede sentirse justificada para imponer sus creencias a los demás de maneras coercitivas o dañinas.
Este fenómeno se observa en una variedad de contextos, incluyendo la Política, la Religión, y las teorías sociales o económicas. Jung lo consideraba un síntoma de desequilibrio psicológico y una señal de que el individuo ha perdido el contacto con otras partes importantes de su psique, como el “Sí-mismo”, que es un Arquetipo que representa la totalidad y la integración psíquica.
Jung abogaba por una aproximación más equilibrada y autocrítica al compromiso ideológico. Proponía que cada individuo debe esforzarse por integrar diferentes aspectos de su psique para evitar ser “poseído” por una sola idea o conjunto de ideas. En este sentido, la individuación, el proceso de convertirse en el “sí mismo” más completo y equilibrado posible, es vista como una salvaguardia contra la posesión ideológica.