El “efecto Pigmalión” es un fenómeno psicológico que se refiere a la influencia que las expectativas de una persona pueden tener sobre el rendimiento de otra. En otras palabras, si alguien (como un profesor, jefe o padre) tiene altas expectativas sobre otra persona (como un estudiante, empleado o hijo), es más probable que esta última actúe de manera que cumpla con esas expectativas. Del mismo modo, si se tienen bajas expectativas, la persona en cuestión podría rendir por debajo de su capacidad.

El término se originó a partir de un experimento realizado en una escuela, donde a los maestros se les dijo que ciertos estudiantes habían sido identificados como “sembradores de crecimiento” que probablemente mostrarían un avance académico significativo en el futuro cercano. En realidad, estos estudiantes se habían seleccionado al azar. Al final del estudio, se encontró que los estudiantes etiquetados como “sembradores de crecimiento” en realidad mostraron un mayor rendimiento académico, lo que se atribuyó a las mayores expectativas y atención que recibieron de sus maestros.

El fenómeno toma su nombre de la historia de Pigmalión, una figura de la Mitología griega que esculpe una estatua de una mujer tan hermosa que se enamora de ella. Pigmalión ruega a Afrodita para que la estatua se convierta en una mujer real, y su deseo se cumple. En este sentido, el artista crea no solo la forma física, sino también la “realidad” de la estatua al creer en su capacidad para convertirse en una persona real.

El efecto Pigmalión es relevante en una variedad de contextos, incluidos la educación, el lugar de trabajo y las relaciones interpersonales, y se ha estudiado ampliamente tanto en psicología como en ciencias sociales.